
«Relleno el cuenco del agua intacto. Ahueco tu cama, lavo tu plato limpio. Te aguardo para salir a la calle. Inclino la cabeza para encontrarme de frente con tus ojos en la foto. Me despierto con un latigazo de zozobra, antes era tu hocico en mi mejilla. Ya no. Te echo de menos. Siempre.»