
Desde que te fuiste los días eran grises.
El sol parecía que no volvería a salir…
Pero poco a poco las nubes se dispersaron, el sol que pensé que no volvería a ver brillar, comenzó a brillar más fuerte, porque aunque no estés aquí, siempre estarás presente en nuestros corazones. Me das el calor y la fuerza necesaria para sanar el dolor. Que gran felicidad habernos conocido y habernos querido. Gracias por cuidarme siempre,